La Cartera Permanente y Los 7 Picos de la Inversión @AndrésBauzá
Actualizado: 3 jul 2022
Uno de los conceptos más utilizados y peor entendidos a la hora de invertir es “el riesgo”. De hecho al potencial cliente se le somete desde el inicio a un dudoso cuestionario para asignar su perfil de riesgo, ¿de verdad alguien cree que algo tan importante se puede dirimir con escuetas preguntas con tufillo a cubrir los requisitos legales antes de contratar cualquier producto financiero?
Los palabros se acumulan en las redes sometiéndonos a un bombardeo constante de ratios y valores: “Volatilidad”; “Max Drawdown”; “VaR”; “Sharpe”; “Sortino”; “Ulcer”; “Rolling Returns”… Como en un frenopático los inversores retail escuchan a los mismos “expertos” cambiar unos por otros buscando una justificación acorde al escenario de sus propuestas de inversión.
Quizás la primera reflexión que deberíamos hacer es que detrás de todo ello hay una industria que mueve miles de millones y con ramificaciones en diferentes sectores entre ellos el de la comunicación. Los humanos frente a la incertidumbre sucumbimos al sesgo de autoridad, en la toma de decisiones tendemos a sobreestimar la opinión de una persona que se considera que tiene autoridad sobre un tema determinado. De ahí que haya quedado difuminado el concepto y cueste distinguir las bases fundamentales del mismo. El riesgo real para una cartera es la incapacidad de satisfacer las necesidades futuras de consumo del inversor, bien por una perdida consolidada de valor de los activos o por abandonar la estrategia en el peor momento empujado por el miedo. Las definiciones matemáticas nos pueden ayudar pero debemos bucear en nuestro interior para conocernos mejor y entender como procesamos esa emoción en el momento que se produce. Buscando alguna analogía he recordado una anécdota de mi niñez:
Uno de mis sitios preferidos, donde pasaba tardes completas, era el Parque de Atracciones de Madrid y las montañas rusas suponían el mayor reto para intentar dominar el miedo. Coexistían dos muy diferentes; “7 Picos”, cuyo nombre homenajeaba al famoso perfil de la Sierra de Guadarrama con un trazado accidentado, mientras que “Jet Star” era una atracción con un contorno aparentemente más suave, repleto de tramos horizontales y curvos. En la primera no tardé en montarme sólo ya que rápidamente me adapte a esas continuas subidas y bajadas sin pendientes exageradas mientras que en la segunda necesité durante mucho tiempo la compañía de mi padre, incapaz de soportar el instante clave del recorrido, después de una plácida subida el tobogán se despeñaba a una velocidad de vértigo para inmediatamente someterte a un looping lateral, el resto del trayecto se desarrollaba plácidamente sin ninguna dificultad añadida.
De vuelta a la inversión, los “7 Picos” se puede asimilar a una estrategia estilo Cartera Permanente que en lo que llevamos de siglo ha sufrido 6 drawdowns moderados con periodos bajo el agua superiores a un año y es muy probable que nos encontremos en medio del séptimo. Mientras que estrategias indexadas o tipo Bogle tan sólo han pasado por dos periodos bajo el agua superiores a un año, eso sí, con pérdidas mucho más profundas y recuperaciones más lentas.

La exposición a la volatilidad de una cartera diversificada estructuralmente es condición imprescindible si queremos obtener rendimiento de nuestras inversiones, el diseño con clases de activos descorrelacionados en el medio plazo limita los drawdowns y hace el trayecto más llevadero para el inversor moderado.
En el corto plazo y en situaciones de correlaciones a la baja de nuestras clases de activos pasaremos periodos bajo el agua, la diversificación nos ayuda a que esos periodos no se prolonguen en exceso y refrena nuestra tentación de abandonar en el peor momento.
De hecho los peores resultados en los últimos 50 años para la Cartera Permanente se dieron cuando correlacionaron a la baja oro, acciones y bonos como consecuencia de subidas de tipos continuadas con el objetivo de luchar contra la inflación. En 1994 impulsadas por Alan Greenspan y en 1981 de forma aún más agresiva por Paul Volcker. Las carteras diversificadas reaccionaron al año siguiente, tan importante en una crisis es el ratio de captura en las caídas como en las recuperaciones, una de las fortalezas de las estrategias diversificadas estructuralmente es la asimetría favorable al ratio de captura en las recuperaciones hasta en los momentos más críticos.

La diversificación entre clases de activos que cubran todas las fases del ciclo económico permite que la estrategia converja antes a resultados razonables, protegiendo el patrimonio y con la posibilidad de disponer parcial o totalmente del mismo en un corto espacio de tiempo. Siendo conscientes de que nos enfrentamos a un sistema turbulento y que debemos soportar cierta volatilidad, optar por una estrategia que nos haga más amigable el camino puede ser determinante para no ser expulsados del mercado en momentos de pánico. En el gráfico se pueden observar los retornos en todos los ciclos de 5 años desde el 2000 para diferentes tipos de estrategias, la uniformidad de resultados para la Cartera Permanente corrobora lo expuesto anteriormente.

Cuando comenzamos nuestra travesía inversora nos podemos dejar llevar por las modas imperantes que seguirán aquellas estrategias ganadoras en aquel momento y seguramente durante cierto tiempo nos sintamos reconfortados, pero obviaremos que el futuro es impredecible y que si no estamos preparados para superar los malos rendimientos durante los malos tiempos no habremos interiorizado el concepto más importante, “el riesgo”.
Recurriendo a una analogía física, es como si tuviésemos la opción de elegir un puerto del que zarpar para cruzar con nuestro velero el océano y en función del clima en el momento de partir decidiésemos el equipamiento con el que afrontar el reto. Gestionar los riesgos es estar preparados para sucesos que probablemente no ocurrirán pero que en el caso de hacerlo podrían dañar de forma irremediable nuestra estrategia.
En alguna travesía nos enfrentaremos de forma inexorable a un temporal en alta mar y para superar el trance arriaremos todas las velas y dejaremos que el barco busque su equilibrio entre las olas. En inversión equivaldría a una estrategia equiponderada entre clases de activos adecuados para cada fase del ciclo económico, siguiendo el símil marítimo sería invertir a palo seco. Desde nuestra pequeña embarcación con las velas recogidas seguiremos las estelas de potentes veleros con el spinnaker desplegado que llegarán antes a puerto entre vítores de la muchedumbre pero también recogeremos los restos de naufragios de otros que se perdieron en el misterio de los arrecifes. No nos debemos dejar seducir por los cantos de sirena de la predicción y navegar sin enfurecer a los dioses teniendo claro que en esta travesía lo único importante es sobrevivir.
Andrés Bauzá (Madrid, 1968) es Ingeniero de Caminos de formación y cuenta con más de 20 años de experiencia como Director Comercial y Territorial en el Sector de la Prevención de Riesgos Laborales. En la actualidad vive semi retirado en Palma de Mallorca disfrutando de sus intereses; literatura, cine, psicología... e inversión.
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